La seguridad del trabajador debe ser la prioridad de todo empresario, y no solo para protegerle contra un incendio, sino contra otras emergencias como la fuga de elementos tóxicos, inundaciones, desplomes de materiales o partes del edificio y hasta de secuestros y bombas. Para ello no son solo necesarios los equipos de protección contra incendios como los extintores, sino la formación en prevención y, más importante, que se implique todo el personal en el proyecto.
Un error en el que suele caer cualquier técnico en prevención al que se le encargue el diseño de un plan de prevención es no contar con el “know how” del personal para el que diseña el proyecto. Nadie como el trabajador conoce mejor el sitio donde trabaja y las posibilidades que tiene según cada emergencia.
El trabajador no debe ser solo un participante pasivo del plan, evacuando diligentemente el edificio en las simulaciones y los eventuales casos de emergencia, también tiene que ser un actor activo en el diseño del plan. Y esto es un factor clave que subrayamos con énfasis.
Además, el plan de emergencia tiene que cumplir con las siguientes cinco características para que funcione: debe ser básico (sencillo y que dé respuesta a cualquier situación de emergencia), flexible (adaptado al entorno), conocido (por todos los trabajadores sin excepción), ejercitado (mediante simulacros periódicos) y dinámico (actualizado al ritmo de los cambios de la empresa).